LINDA OLSSON (Estocolmo 1948). UNA VOZ SINGULAR DE LA NARRATIVA SUECA

 

En los inicios del siglo XXI, Linda  Olsson finalizaba en  Auckland (Nueva Zelanda)  ASTRID Y  VERONIKA, en el que a través de la distancia, tal  como lo consigna la propia autora su país de origen estuvo presente “con una intensidad sin precedentes” ( p. 221). Esta sus primera novela (premio de los libreros en Suecia y primera en la lista de los libros más vendidos en los Estados Unidos) se conoció en español en traducción del francés de José Antonio Soriano  en el  2011 (Barcelona,  Ediciones  Salamandra) y en una  segunda edición en la Argentina en enero del  2015, que es la que llegó a mis manos.

Sus 222 páginas constituyen un magnífico ejemplo de la convivencia entre discurso poético y discurso narrativo. Los poemas insertos en cada uno de los 37 capítulos (tomados de autores de diferentes generaciones, culturas y estéticas, desde la anónima canción tradicional sueca hasta autores publicados en los siglos  XIX y XX) destacan el poder de las palabras pronunciadas y escuchadas, borran las diferencias entre la poesía cultura y la popular, la insoslayable presencia de la música, la complementariedad de la tradición oral y la escrita.

La trama organiza soslayando la linealidad pasado y presente y ofrece claves para revelar los secretos y conflictos que conectan las vidas de las dos protagonistas – Veronika, una joven escritora y Astrid, una anciana- en un alejado pueblo del interior de Suecia.  Palabras y música, poder catártico de narrar una historia y de una sonata de Brahms, respectivamente que permiten sublimar el dolor y agradecer la vida, aquellos “momentos en que la pura alegría se nos concede” (p. 155). Esta estrecha relación entre el ritmo del discurso narrativo y la partitura musical se reiterará en su otra novela,  SONATA PARA MIRIAM (2008) en la que también aborda el tema de la identidad  para quien como el personaje (y la autora)  vive en Nueva Zelanda pero tiene sus raíces en  Suecia.

Más allá de las palabras se descubre la dinámica interna que motoriza las acciones de ambas mujeres a partir del dolor y la soledad, el peso de la culpa, el poder de los recuerdos (¿hasta qué punto podemos cancelarlos y qué precio pagamos por ello?)

 Tradiciones y creencias de ambos mundos funcionan a manera de anclaje: la fiesta de San Juan, una diorita que “Si sabes mirarla con el corazón, verás la tierra. Verás el mar.  Las montañas, el cielo.  La Gente” (p. 156).  A través de estas referencias a las creencias ancestrales como elementos insoslayables que colaboran en la configuración de identidades individuales y colectivas, se descubren interesantes puntos de contacto con lo que sucede en nuestro país con tradiciones y mitos  que enriquecen nuestro folklore (equivalentes realidades en la ecuación ámbito rural y  ámbito urbano); una coincidencia sorprendente es la relativa al paisaje :la inmensidad de esa “nada blanca” (p.14) encuentra  su equivalencia  en nuestro “desierto” patagónico en el sur y las salinas blancas en el norte.  

Nuestras lectoras podrán identificarse con la resistencia o la sumisión a un dominio patriarcal que rigió en la Argentina desde la  Colonia y aún no pudo ser desterrado, sobre todo en ciertos lugares alejados de las grandes ciudades y que sigue afectando a mujeres en situaciones de vulnerabilidad.

Temas filosóficos: el sentido de la vida, la muerte, la amistad, el sentido (o no) del sufrimiento, temas que el personaje de Astrid sintetiza clara y a la vez poéticamente, en especial, en el capítulo 36: la búsqueda de la felicidad, la permanencia del amor verdadero, la importancia de saber elegir lo que queremos conservar, poseer  un hogar “un lugar del que partir ya al que regresar” (p. 209).

Y en el caso de  Veronika,  el valor de la escritura como instrumento purificador y de luz y sentido  (coincidencia con estas palabras del escritor sueco  Henning Mankell en  ARENAS MOVEDIZAS “Escribir, me dije, era iluminar con la linterna los rincones en penumbra…”[1]

El epígrafe del capítulo 30 “…misteriosamente profundos los momentos en que la pura alegría se nos concede”, tomado de la obra de  Pär Lagerkvist[2] SOLIG STIG ÄR FULL AV UNADER (“El camino soleado está lleno de maravillas) reorienta la lectura de la novela  hacia la mirada que frente a los conflictos de las protagonistas ofrecerá el desenlace.



[1] Puede verse este tema en mi artículo publicado en   agosto de 2022 en este blog.

[2] Sobre este  autor, el artículo del  18 de julio de  2022 en este blog.


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